Había una vez en un pequeño pueblo, un joven llamado Carlos. Carlos estaba en buena forma y le gustaba hacer ejercicios todos los días. Un día, decidió correr por el parque. Mientras corría, se cayó y se lastimó el brazo.
Carlos fue al médico inmediatamente. El médico, quien era muy amable, le dijo que tenía que descansar y que no podía mover el brazo durante unas semanas. Carlos se sentía muy triste porque le encantaba correr.
Durante su recuperación, Carlos leía libros y miraba películas para pasar el tiempo. Un día, se enfermó y tuvo fiebre. Llamó al médico otra vez, y el médico le recetó unas píldoras.
Después de unas semanas, Carlos se recuperó completamente. Volvió a correr en el parque con más cuidado. Aprendió la importancia de cuidar su cuerpo y decidió siempre escuchar a su cuerpo cuando se sentía cansado.