1. La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el amanecer soñó que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin.
(Luis Landero, Juegos de la edad tardía)