
HABILIDAD VERBAL VII - INTENSIVO
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Hard
Carmen Arroyo
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1.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
30 sec • 1 pt
TEXTO 1
Imagínese repantigado en el sofá de su sala de estar, absorto en la contemplación de una serie en la televisión, y que de pronto le cruza la cabeza el pensamiento de que tiene que hacer algo en la cocina. Se levanta, recorre la alfombra con unos cuantos pasos apresurados, y entonces, en el preciso momento en que llega a la cocina —poof!— se da usted cuenta de que acaba de olvidar lo que había venido a hacer. Permanece usted unos instantes ahí, de pie, aturdido, y luego se encoge de hombros y vuelve al sofá.
Estos pequeños fallos de memoria se producen con tanta frecuencia que no les prestamos demasiada atención. Les damos carpetazo diciendo que son otros tantos casos de «absentmindedness», o si ya vamos cumpliendo años, los calificamos de «senior moments». Sin embargo, estos incidentes vienen a revelar una de las limitaciones fundamentales de nuestra mente, a saber, la minúscula capacidad de nuestra memoria de trabajo. La memoria de trabajo es lo que los científicos que estudian el cerebro denominan el almacén de información a corto plazo, ya que es ahí donde conservamos el contenido de nuestra conciencia en un momento dado cualquiera —es decir, una selección de todas las impresiones y pensamientos que afluyen a nuestra mente a lo largo del día—. En la década de 1950, George Miller, un psicólogo de la Universidad de Princeton, expuso el célebre argumento de que nuestros cerebros únicamente pueden almacenar siete fragmentos de información de manera simultánea. E incluso esa cifra podría resultar excesivamente elevada, dado que en la actualidad hay investigadores del cerebro que creen que la capacidad máxima de nuestra memoria de trabajo se limita simplemente a tres o cuatro elementos.
Llamamos carga cognitiva (cognitive load) a la cantidad de información que accede al plano consciente en un instante dado cualquiera. Si nuestra carga cognitiva supera la capacidad de nuestra memoria de trabajo, nuestras competencias intelectuales sufrirán las consecuencias. La información entra y sale de nuestra mente a tanta velocidad que nunca llegamos a aprehenderla adecuadamente de forma consciente. Y esa es la razón de que uno no recuerde lo que había ido a hacer a la cocina. La información se desvanece antes de que tengamos siquiera la posibilidad de transferirla a nuestra memoria a largo plazo e incorporarla a la madeja de nuestros conocimientos. De este modo recordamos un menor número de cosas y nuestra capacidad para pensar de manera crítica y en términos conceptuales se debilita. Una memoria de trabajo sobrecargada tiende, asimismo, a incrementar nuestro nivel de distracción. A fin de cuentas, como ya ha señalado el neurocientífico Torkel Klingberg: «We have to remember what it is we are to concentrate on». Si perdemos de vista ese objetivo, «distractions more distracting».
Brockman, J.(2012) This will make you smarter. New scientific concepts to improve your thinking. London: HarperCollins.
Fundamentalmente, el autor reflexiona sobre
la capacidad de la memoria de trabajo y la carga cognitiva que soporta.
la información que se desvanece o que perdemos irremediablemente.
el célebre postulado de George Miller sobre lo que podemos almacenar.
el vínculo sobre concentración y desinterés en nuestra labor académica
2.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
30 sec • 1 pt
TEXTO 1
Imagínese repantigado en el sofá de su sala de estar, absorto en la contemplación de una serie en la televisión, y que de pronto le cruza la cabeza el pensamiento de que tiene que hacer algo en la cocina. Se levanta, recorre la alfombra con unos cuantos pasos apresurados, y entonces, en el preciso momento en que llega a la cocina —poof!— se da usted cuenta de que acaba de olvidar lo que había venido a hacer. Permanece usted unos instantes ahí, de pie, aturdido, y luego se encoge de hombros y vuelve al sofá.
Estos pequeños fallos de memoria se producen con tanta frecuencia que no les prestamos demasiada atención. Les damos carpetazo diciendo que son otros tantos casos de «absentmindedness», o si ya vamos cumpliendo años, los calificamos de «senior moments». Sin embargo, estos incidentes vienen a revelar una de las limitaciones fundamentales de nuestra mente, a saber, la minúscula capacidad de nuestra memoria de trabajo. La memoria de trabajo es lo que los científicos que estudian el cerebro denominan el almacén de información a corto plazo, ya que es ahí donde conservamos el contenido de nuestra conciencia en un momento dado cualquiera —es decir, una selección de todas las impresiones y pensamientos que afluyen a nuestra mente a lo largo del día—. En la década de 1950, George Miller, un psicólogo de la Universidad de Princeton, expuso el célebre argumento de que nuestros cerebros únicamente pueden almacenar siete fragmentos de información de manera simultánea. E incluso esa cifra podría resultar excesivamente elevada, dado que en la actualidad hay investigadores del cerebro que creen que la capacidad máxima de nuestra memoria de trabajo se limita simplemente a tres o cuatro elementos.
Llamamos carga cognitiva (cognitive load) a la cantidad de información que accede al plano consciente en un instante dado cualquiera. Si nuestra carga cognitiva supera la capacidad de nuestra memoria de trabajo, nuestras competencias intelectuales sufrirán las consecuencias. La información entra y sale de nuestra mente a tanta velocidad que nunca llegamos a aprehenderla adecuadamente de forma consciente. Y esa es la razón de que uno no recuerde lo que había ido a hacer a la cocina. La información se desvanece antes de que tengamos siquiera la posibilidad de transferirla a nuestra memoria a largo plazo e incorporarla a la madeja de nuestros conocimientos. De este modo recordamos un menor número de cosas y nuestra capacidad para pensar de manera crítica y en términos conceptuales se debilita. Una memoria de trabajo sobrecargada tiende, asimismo, a incrementar nuestro nivel de distracción. A fin de cuentas, como ya ha señalado el neurocientífico Torkel Klingberg: «We have to remember what it is we are to concentrate on». Si perdemos de vista ese objetivo, «distractions more distracting».
Brockman, J.(2012) This will make you smarter. New scientific concepts to improve your thinking. London: HarperCollins.
Resulta incompatible con el texto sostener que la cognitive load
para algunos no puede superar los siete fragmentos.
se vincula con nuestras competencias intelectuales.
se limita a información relevante para nuestro empleo.
se refiere al plano consciente de nuestra mente.
3.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
30 sec • 1 pt
TEXTO 1
Imagínese repantigado en el sofá de su sala de estar, absorto en la contemplación de una serie en la televisión, y que de pronto le cruza la cabeza el pensamiento de que tiene que hacer algo en la cocina. Se levanta, recorre la alfombra con unos cuantos pasos apresurados, y entonces, en el preciso momento en que llega a la cocina —poof!— se da usted cuenta de que acaba de olvidar lo que había venido a hacer. Permanece usted unos instantes ahí, de pie, aturdido, y luego se encoge de hombros y vuelve al sofá.
Estos pequeños fallos de memoria se producen con tanta frecuencia que no les prestamos demasiada atención. Les damos carpetazo diciendo que son otros tantos casos de «absentmindedness», o si ya vamos cumpliendo años, los calificamos de «senior moments». Sin embargo, estos incidentes vienen a revelar una de las limitaciones fundamentales de nuestra mente, a saber, la minúscula capacidad de nuestra memoria de trabajo. La memoria de trabajo es lo que los científicos que estudian el cerebro denominan el almacén de información a corto plazo, ya que es ahí donde conservamos el contenido de nuestra conciencia en un momento dado cualquiera —es decir, una selección de todas las impresiones y pensamientos que afluyen a nuestra mente a lo largo del día—. En la década de 1950, George Miller, un psicólogo de la Universidad de Princeton, expuso el célebre argumento de que nuestros cerebros únicamente pueden almacenar siete fragmentos de información de manera simultánea. E incluso esa cifra podría resultar excesivamente elevada, dado que en la actualidad hay investigadores del cerebro que creen que la capacidad máxima de nuestra memoria de trabajo se limita simplemente a tres o cuatro elementos.
Llamamos carga cognitiva (cognitive load) a la cantidad de información que accede al plano consciente en un instante dado cualquiera. Si nuestra carga cognitiva supera la capacidad de nuestra memoria de trabajo, nuestras competencias intelectuales sufrirán las consecuencias. La información entra y sale de nuestra mente a tanta velocidad que nunca llegamos a aprehenderla adecuadamente de forma consciente. Y esa es la razón de que uno no recuerde lo que había ido a hacer a la cocina. La información se desvanece antes de que tengamos siquiera la posibilidad de transferirla a nuestra memoria a largo plazo e incorporarla a la madeja de nuestros conocimientos. De este modo recordamos un menor número de cosas y nuestra capacidad para pensar de manera crítica y en términos conceptuales se debilita. Una memoria de trabajo sobrecargada tiende, asimismo, a incrementar nuestro nivel de distracción. A fin de cuentas, como ya ha señalado el neurocientífico Torkel Klingberg: «We have to remember what it is we are to concentrate on». Si perdemos de vista ese objetivo, «distractions more distracting».
Brockman, J.(2012) This will make you smarter. New scientific concepts to improve your thinking. London: HarperCollins.
En el texto, el término REPANTIGADO implica
incredulidad.
comodidad.
desinterés.
soledad.
4.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
30 sec • 1 pt
TEXTO 1
Imagínese repantigado en el sofá de su sala de estar, absorto en la contemplación de una serie en la televisión, y que de pronto le cruza la cabeza el pensamiento de que tiene que hacer algo en la cocina. Se levanta, recorre la alfombra con unos cuantos pasos apresurados, y entonces, en el preciso momento en que llega a la cocina —poof!— se da usted cuenta de que acaba de olvidar lo que había venido a hacer. Permanece usted unos instantes ahí, de pie, aturdido, y luego se encoge de hombros y vuelve al sofá.
Estos pequeños fallos de memoria se producen con tanta frecuencia que no les prestamos demasiada atención. Les damos carpetazo diciendo que son otros tantos casos de «absentmindedness», o si ya vamos cumpliendo años, los calificamos de «senior moments». Sin embargo, estos incidentes vienen a revelar una de las limitaciones fundamentales de nuestra mente, a saber, la minúscula capacidad de nuestra memoria de trabajo. La memoria de trabajo es lo que los científicos que estudian el cerebro denominan el almacén de información a corto plazo, ya que es ahí donde conservamos el contenido de nuestra conciencia en un momento dado cualquiera —es decir, una selección de todas las impresiones y pensamientos que afluyen a nuestra mente a lo largo del día—. En la década de 1950, George Miller, un psicólogo de la Universidad de Princeton, expuso el célebre argumento de que nuestros cerebros únicamente pueden almacenar siete fragmentos de información de manera simultánea. E incluso esa cifra podría resultar excesivamente elevada, dado que en la actualidad hay investigadores del cerebro que creen que la capacidad máxima de nuestra memoria de trabajo se limita simplemente a tres o cuatro elementos.
Llamamos carga cognitiva (cognitive load) a la cantidad de información que accede al plano consciente en un instante dado cualquiera. Si nuestra carga cognitiva supera la capacidad de nuestra memoria de trabajo, nuestras competencias intelectuales sufrirán las consecuencias. La información entra y sale de nuestra mente a tanta velocidad que nunca llegamos a aprehenderla adecuadamente de forma consciente. Y esa es la razón de que uno no recuerde lo que había ido a hacer a la cocina. La información se desvanece antes de que tengamos siquiera la posibilidad de transferirla a nuestra memoria a largo plazo e incorporarla a la madeja de nuestros conocimientos. De este modo recordamos un menor número de cosas y nuestra capacidad para pensar de manera crítica y en términos conceptuales se debilita. Una memoria de trabajo sobrecargada tiende, asimismo, a incrementar nuestro nivel de distracción. A fin de cuentas, como ya ha señalado el neurocientífico Torkel Klingberg: «We have to remember what it is we are to concentrate on». Si perdemos de vista ese objetivo, «distractions more distracting».
Brockman, J.(2012) This will make you smarter. New scientific concepts to improve your thinking. London: HarperCollins.
Se infiere del texto que podemos recordar sucesos de nuestra niñez porque
carecemos de carga cognitiva para dicha información relevante.
consideramos que solo son importantes los momentos gratos.
hemos superado todos los casos de absentmindedness.
esa información fue almacenada en la memoria a largo plazo.
5.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
30 sec • 1 pt
TEXTO 1
Imagínese repantigado en el sofá de su sala de estar, absorto en la contemplación de una serie en la televisión, y que de pronto le cruza la cabeza el pensamiento de que tiene que hacer algo en la cocina. Se levanta, recorre la alfombra con unos cuantos pasos apresurados, y entonces, en el preciso momento en que llega a la cocina —poof!— se da usted cuenta de que acaba de olvidar lo que había venido a hacer. Permanece usted unos instantes ahí, de pie, aturdido, y luego se encoge de hombros y vuelve al sofá.
Estos pequeños fallos de memoria se producen con tanta frecuencia que no les prestamos demasiada atención. Les damos carpetazo diciendo que son otros tantos casos de «absentmindedness», o si ya vamos cumpliendo años, los calificamos de «senior moments». Sin embargo, estos incidentes vienen a revelar una de las limitaciones fundamentales de nuestra mente, a saber, la minúscula capacidad de nuestra memoria de trabajo. La memoria de trabajo es lo que los científicos que estudian el cerebro denominan el almacén de información a corto plazo, ya que es ahí donde conservamos el contenido de nuestra conciencia en un momento dado cualquiera —es decir, una selección de todas las impresiones y pensamientos que afluyen a nuestra mente a lo largo del día—. En la década de 1950, George Miller, un psicólogo de la Universidad de Princeton, expuso el célebre argumento de que nuestros cerebros únicamente pueden almacenar siete fragmentos de información de manera simultánea. E incluso esa cifra podría resultar excesivamente elevada, dado que en la actualidad hay investigadores del cerebro que creen que la capacidad máxima de nuestra memoria de trabajo se limita simplemente a tres o cuatro elementos.
Llamamos carga cognitiva (cognitive load) a la cantidad de información que accede al plano consciente en un instante dado cualquiera. Si nuestra carga cognitiva supera la capacidad de nuestra memoria de trabajo, nuestras competencias intelectuales sufrirán las consecuencias. La información entra y sale de nuestra mente a tanta velocidad que nunca llegamos a aprehenderla adecuadamente de forma consciente. Y esa es la razón de que uno no recuerde lo que había ido a hacer a la cocina. La información se desvanece antes de que tengamos siquiera la posibilidad de transferirla a nuestra memoria a largo plazo e incorporarla a la madeja de nuestros conocimientos. De este modo recordamos un menor número de cosas y nuestra capacidad para pensar de manera crítica y en términos conceptuales se debilita. Una memoria de trabajo sobrecargada tiende, asimismo, a incrementar nuestro nivel de distracción. A fin de cuentas, como ya ha señalado el neurocientífico Torkel Klingberg: «We have to remember what it is we are to concentrate on». Si perdemos de vista ese objetivo, «distractions more distracting».
Brockman, J.(2012) This will make you smarter. New scientific concepts to improve your thinking. London: HarperCollins.
A partir de las citas en inglés, si un adolescente quisiera mejorar la carga cognitiva que soporta su memoria,
debería fortalecer su nivel de concentración.
adolecería vejez prematura o senior moments.
acrecentaría sus casos de absentmindedness.
su memoria se sobrecargaría y olvidaría todo.
6.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
30 sec • 1 pt
TEXTO 2
Las especies de aves insulares tienen el cerebro más grande en comparación con el tamaño del cuerpo que las especies de aves que habitan en el continente, según un comunicado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Un equipo internacional de investigadores ha analizado más de 11 500 especímenes correspondientes a más de 1900 especies de aves, descubriendo la siguiente tendencia: un mayor tamaño del cerebro entre aquellas especies que habitan en islas.
«Aún no está claro por qué los animales necesitan cerebros más grandes en las islas, pero podría deberse a la necesidad de subsistir bajo condiciones ambientales cambiantes. A diferencia del continente, en las islas, los animales no pueden marcharse cuando se deterioran las condiciones. Un cerebro grande permite hacer frente a los desafíos porque facilita el desarrollo de respuestas de comportamiento», explica DanielSol, investigador del CSIC, uno de los firmantes del estudio publicado en Nature Communications.
Esta tendencia en el tamaño del cerebro de las familias de aves insulares es el resultado de cambios evolutivos que no se produjeron antes, sino después de la colonización de la isla por parte de la especie. «Ciertas características distintivas de las islas como el aislamiento geográfico, las biotas empobrecidas, el tamaño reducido y los límites bien definidos hacen que algunas presiones selectivas sean más comunes en las islas que en las áreas continentales adyacentes».
En Barbados, por ejemplo, explica Sol, la población de la zenaida caribeña (Zenaida
aurita) ha aumentado tanto que algunos individuos han empezado a utilizar nuevos
recursos alimentarios, como el grano que se almacena en las factorías. Esta expansión del nicho es notoria, porque ha implicado que un individuo pasara de ser territorial y muy agresivo ante aves de su misma especie a alimentarse en grandes bandadas con escasos conflictos entre los integrantes. Otro caso curioso es el del pájaro carpintero de las islas Galápagos, «cuya técnica tradicional de captura de insectos ha sido reemplazada por el uso de ramitas para extraer los insectos de los recovecos durante los años de sequías severas». En general, «este tipo de experiencias concuerdan con la teoría de que las islas pueden favorecer la evolución de habilidades cognitivas avanzadas», afirma Ferrán Sayol, coautor del estudio.
Forssmann, A. (13 de agosto de 2018). «Cerebros más grandes en las especies de aves insulares que en las continentales». En National Geographic España. Recuperado de https://www.nationalgeographic.cm.es/naturaleza/actualidad/cerebros-mas-grandes-especies-aves-insulares-que-continentales_13073/1
El texto sostiene medularmente que un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
estima que las dimensiones del cerebro de los pájaros que habitan en las islas y los que pueblan los territorios continentales difieren.
ha analizado más de 11 500 especímenes correspondientes a más de 1900 especies de aves asentadas en regiones insulares.
ha propuesto que existe una diferencia notable entre el tamaño del cerebro y del cuerpo en aquellas aves que habitan regiones isleñas.
descubrió que el tamaño del cerebro de las aves asentadas en las islas es mayor que el de las especies que habitan en el continente.
7.
MULTIPLE CHOICE QUESTION
30 sec • 1 pt
TEXTO 2
Las especies de aves insulares tienen el cerebro más grande en comparación con el tamaño del cuerpo que las especies de aves que habitan en el continente, según un comunicado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Un equipo internacional de investigadores ha analizado más de 11 500 especímenes correspondientes a más de 1900 especies de aves, descubriendo la siguiente tendencia: un mayor tamaño del cerebro entre aquellas especies que habitan en islas.
«Aún no está claro por qué los animales necesitan cerebros más grandes en las islas, pero podría deberse a la necesidad de subsistir bajo condiciones ambientales cambiantes. A diferencia del continente, en las islas, los animales no pueden marcharse cuando se deterioran las condiciones. Un cerebro grande permite hacer frente a los desafíos porque facilita el desarrollo de respuestas de comportamiento», explica DanielSol, investigador del CSIC, uno de los firmantes del estudio publicado en Nature Communications.
Esta tendencia en el tamaño del cerebro de las familias de aves insulares es el resultado de cambios evolutivos que no se produjeron antes, sino después de la colonización de la isla por parte de la especie. «Ciertas características distintivas de las islas como el aislamiento geográfico, las biotas empobrecidas, el tamaño reducido y los límites bien definidos hacen que algunas presiones selectivas sean más comunes en las islas que en las áreas continentales adyacentes».
En Barbados, por ejemplo, explica Sol, la población de la zenaida caribeña (Zenaida
aurita) ha aumentado tanto que algunos individuos han empezado a utilizar nuevos
recursos alimentarios, como el grano que se almacena en las factorías. Esta expansión del nicho es notoria, porque ha implicado que un individuo pasara de ser territorial y muy agresivo ante aves de su misma especie a alimentarse en grandes bandadas con escasos conflictos entre los integrantes. Otro caso curioso es el del pájaro carpintero de las islas Galápagos, «cuya técnica tradicional de captura de insectos ha sido reemplazada por el uso de ramitas para extraer los insectos de los recovecos durante los años de sequías severas». En general, «este tipo de experiencias concuerdan con la teoría de que las islas pueden favorecer la evolución de habilidades cognitivas avanzadas», afirma Ferrán Sayol, coautor del estudio.
Forssmann, A. (13 de agosto de 2018). «Cerebros más grandes en las especies de aves insulares que en las continentales». En National Geographic España. Recuperado de https://www.nationalgeographic.cm.es/naturaleza/actualidad/cerebros-mas-grandes-especies-aves-insulares-que-continentales_13073/1
El término CONCORDAR sugiere que los casos estudiados _____________ la hipótesis de los investigadores.
comprenden
refrendan
reiteran
conforman
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